Me parece que a partir de los 40, las llamadas a los amigos se vuelven como una copa de vino: son cada vez más espaciadas, pero de mejor calidad.
O tal vez no sea la edad, sino las ocupaciones con familia, trabajo, etc.
Llamo menos a mis amigos, y recibo también menos llamadas de ellos.
Por otro lado, cada día hay más cosas que hacer con los niños. Paulo va a entrar a la escuela. Los cursos de música...