Casi al final de la novela hay una escena que se quedó muy grabada en mi cabecita de adolescente. Y es que Demetrio Macías quiere seguir peleando en la revolución. Y su esposa quiere que él ya se quede en su casa en paz a cuidar de ella y de su hijo de dos años, a quien Demetrio ni siquiera conoce.
—¡Demetrio, por Dios!... ¡Ya no te vayas!... ¡El corazón me avisa que ahora te va a suceder algo!... Y se deja sacudir de nuevo por el llanto.
El niño, asustado, llora a gritos, y ella tiene que refrenar su tremenda pena para contentarlo.
La lluvia va cesando; una golondrina de plateado vientre y alas angulosas cruza oblicuamente los hilos de cristal, de repente iluminados por el sol vespertino.
—¿Por qué pelean ya, Demetrio?
Demetrio, las cejas muy juntas, toma distraído una piedrecita y la arroja al fondo del cañón. Se mantiene pensativo viendo el desfiladero, y dice:
—Mira esa piedra cómo ya no se para...
Así hay gente en éste mundo de la cual se puede también se puede decir "mira esa gente cómo ya no se para..."
Keine Kommentare:
Kommentar veröffentlichen